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lunes, 25 de julio de 2011

CONSECUENCIAS DEL PECADO

                                                             


El pecado es un estado y es un acto. En calidad de sublevación contra la ley de Dios es un acto de la voluntad del hombre; como separación de Dios, se convierte en un estado pecaminoso. El hombre actual vive en un estado de pecado y en ese estado sigue actuando pecaminosamente. Este estado ha traído por consecuencia su debilidad espiritual de lo que se deriva algunos males:

a) Daño a la imagen divina.-  Aunque la imagen divina en el hombre ha sido dañada, sin embargo el hombre conserva todavía rasgos de esa imagen. En su condición caída se le considera como “una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios”. El Señor Jesucristo vino a restaurar completamente esa imagen al ser recreado conforme a la imagen de Dios. (Col. 3:10; Efe. 2:10 y 15; 4:12-13; 4:24)

b) El pecado original.- Por pecado original entendemos la inclinación o tendencia a pecar heredada a causa de la caída. (Salmo 51:5). Los pecados posteriores que cometemos y como consecuencia de la caída, se llaman pecados actuales. Cristo, al vivir, morir y resucitar nos libró de todos lo efectos de la caída del hombre.(Rom. 5:12-21; 7:7-14;)

c) Conflicto interior.-  Cuando Dios hizo al hombre como “un ser”, en el cual estaba aunada dos naturalezas: una física o material, el cuerpo y otra de naturaleza espiritual conformada por el alma y el espíritu, su plan fue que hubiese armonía perfecta entre “el  cuerpo, el alma y el espíritu” (1 Tes. 5:23). Producto de la caída, el pecado alteró esta relación, produciéndose una división opositora entre “la carne” y “el espíritu”. En esta condición de lucha (Rom. 7:7-25), el hombre pecador exclama: “¡Miserable hombre de mí, quién me librará  de este cuerpo de muerte! (7:24); pero “El Dios de paz”, que sojuzga los elementos en conflictos de la naturaleza del hombre “santifica el espíritu, alma y cuerpo”. El resultado es bendición eterna: “Justicia, gozo y paz por el Espíritu Santo”. (Rom. 14:17).

d) Susceptibilidad a los ataques del mundo espiritual.- La Biblia nos muestra que el hombre, no solo quedó sujeto a una lucha campal contra su propia naturaleza humana caída, sino que el mismo Satanás se aprovecha y utiliza los espíritus inmundos (demonios) y otras entidades espirituales para perturbar y molestar al hombre. Él no se ha quedado tranquilo. El hombre en desventaja, separado de Dios, muerto espiritualmente es presa fácil de él. Toda la maldad, el engaño, las enfermedades, crímenes, toda manifestación de violencia no es más que la influencia destructora del diablo. (Juan 10:10) Al hombre le queda una solución, volverse a Jesucristo, el cual “vino a deshacer las obras de Satanás” (1 Juan 3:8) y en cual tendrá completa liberación (Juan 8:36).
Es necesario que entendamos que esta lucha sigue, aún cuando nos convertimos a Cristo, pero ahora con una ventaja para el hombre, éste es dotado de toda la armadura  espiritual provista por Cristo para vencer. (Efe. 6:10-20).              

                                                                   FIN

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